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dilluns, de novembre 07, 2005

Kyoto bajo la lluvia


RaHulk despertó antes de las 7.00 en su litera del albergue. Despertó al resto de la expedición y nos preparamos para explorar la antigua capital de Japón. Fuera llovía. "No hace falta llevar paraguas, no cae gran cosa", dijo uno. "Pues yo tampoco me lo llevo", dijo otra. Al final, pasamos el día guarecidos bajo el paraguas de RaHulk, mientras él se cubría con una capucha negra que hacía que los niños gritasen y huyesen despavoridos al mirarlo.


El viaje empezó en el Palacio Imperial, abierto por último día a los turistas. Cientos de visitantes acudieron a pesar de la lluvia desde primeras horas de la mañana. Agentes de la policía nos pastorearon por las diferentes estancias y jardines, a través de un recorrido que pronto se convirtió en una marea humana y de paraguas abiertos.





La lluvia no estropeaba la visita. Al contrario. Hacía brillar los tejados de los edificios, los suelos adoquinados y la vegetación de los jardines y repiqueteaba en los estanques. Todo ello parecía haber sido creado para lucir en los días lluviosos.

A pocos metros, una universidad católica, apostólica y romana celebraba su 130 aniversario con una jornada de puertas abiertas. Con un campus que parecía sacado de Harry Potter, un coro de ancianos nipones cantando himnos y un segurata que se pegó a nosotros como una ladilla y nos vigiló discretamente (ejem) hasta que abandonamos el recinto.

Era la primera etapa de una jornada maratoniana. Empezamos el peregrinaje por los templos de Kyoto. Continuará.